martes, 2 de junio de 2020

UN AMOR DE POR VIDA

UN AMOR DE POR VIDA


«Dios como suegro»:

Literalmente, parece una advertencia y, francamente, en ese momento necesitaba una. Me casé joven y, durante un intenso tiempo de oración, sentí que Dios me decía directamente que Lisa no era solo mi esposa, sino también su hija, así que debía tratarla de manera acorde.

Fue un momento de revelación para mí; la fuerza de esta nueva percepción creció una vez que tuvimos hijos. Si quieres caerme bien, solo tienes que portarte bien con alguno de mis hijos.

Por el contrario, si quieres que me enfade de verdad, métete con ellos y sé malo con ellos: se me subirá la presión con solo oír tu nombre, porque antes que te metas con uno de mis hijos, prefiero que te metas conmigo.

Así que cuando me di cuenta de que me había casado con una hija de Dios (y de que nuestras esposas, están casadas con hijos de Dios), cambió mi forma de ver el matrimonio. Lo que Dios siente por mi mujer (su hija) es algo más santo y apasionado de lo que yo puedo sentir por mis propias hijas. De repente mi matrimonio dejó de estar centrado en mí y en otra persona; se convirtió sobre todo en una relación en la que tenía intereses un apasionado tercer elemento. Me di cuenta de que una de las primeras formas de alabanza durante el resto de mi vida será darle honra a Dios cuidando de una mujer que en su mente divina siempre será «su pequeña».

A menudo escuchamos cómo los sacerdotes hablan sobre la paternidad de Dios, una doctrina verdadera y maravillosa, pero si deseas que tu matrimonio cambie, extiende esta analogía y dedica tiempo a meditar sobre Dios como si fuera tu suegro, ¡porque eso es lo que Él es cuando te casas con un creyente!

* ¿Has pensado alguna vez en tu cónyuge como hijo o hija de Dios? ¿Cómo cambia esto tu relación (tanto actos como actitudes) con él o ella?


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